jueves, 14 de enero de 2010


Acabo de volver a Buenos Aires y me encuentro con una ciudad distinta que la que dejé hace unos 12 días. Una ciudad vacía.
Sí, la gente está de vacaciones.
No hay tránsito.
Cómo me gusta Baires en verano!

Estuve por Misiones, visitando a mi hermana. Un lugar hermosísimo, lleno de árboles, arbolitos, arbustos, arbustitos, plantas y cualquier cosa con hojas, tallo, flores, frutos o raiz. También lleno de tierra colorada que quedó (para siempre jamás) impregnada en mis zapatillas y ropa. Pero no importa, porque son manchas felices.
Mucho tiempo en el agua.
Mucho tiempo durmiendo.
Mucho tiempo sólos.
Mucho tiempo bailando.
Mucho tiempo cantando.
Mucho tiempo pintando.
Mucho tiempo caminando.
Mucho tiempo disfrutando.

Demasiada belleza, demasiada tierra, demasiada agua, demasiada hermana para disfrutar en tan poco tiempo.

Descansar, descansé.
También pensé, bastante.
Leí, muchísimo.
Reí hasta por los codos.

¿La pasé bien? Exelente.

Pero Buenos Aires veraniego tiene su encanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario